Cuando inicié mi licenciatura en Administración de
Restaurantes, me di cuenta de que la alimentación
de cada persona, aún cuando forme parte de una
cultura aceptada por varios, es variada y también
influenciada por algunos padecimientos físicos e
incluso la etapa de vida que se encuentre. Allí
aprendí a cómo elaborar una dieta de manera
adecuada y personalizada para cada individuo.
Fue entonces que me surgió la idea de establecer mi
propia consultoría de la primera consulta
sería para mí. Probé en mi propia vida las ruedas
del bienestar intentando tener hábitos rigurosos
de sueño y alimentación, así como una buena salud
emocional mientras cuidaba mi exterior y atendía
los posibles problemas de salud que, a mi
edad, pudieran surgir. Entonces comencé a
sentirme muy bien: estaba llena de energía,
mi piel resplandecía, me sentía feliz
y aparte me gustaba mi apariencia.
A la fecha no llevo ninguna dieta
o régimen alimenticio porque aprendí cuál
era la manera apropiada de cuidar
de mi persona y quise hacer
lo mismo por los demás.
De las personas que han acudido a mí para una
consulta en su vida puedo decir con toda seguridad que
han quedado satisfechas y que la manera de cuidarse
es única y que sólo cambia por sus mismas
circunstancias o etapas de vida, pero jamás habrá dos
consultas iguales. Lo más importante es que, todos
mis pacientes se convierten en personas
plenas que saben cuidar su cuerpo en un
sentido completo e integral.